Cómo ser un padre positivo

24.06.2015 11:48

Los padres juegan un papel importante en cualquier equipo de fútbol. Incluso se podrían bautizar como el jugador número doce, y no solo por los ánimos que dan en los partidos del fin de semana. De ellos dependen una serie de factores que pueden ayudar o entorpecer la formación del niño y el rendimiento de un equipo, ya que el entrenador únicamente pasa con sus jugadores una media de cinco horas a la semana. El problema radica cuando se entra en contradicciones y los mensajes del padre no coinciden con los del entrenador. ¿Se imaginan que un padre desautorice a un profesor en cualquier colegio? ¿O qué le diga a su hijo que no haga los deberes? Estas situaciones de la vida cotidiana que parecen aberrantes (y lo son) existen en los equipos de fútbol.

 

Los padres deben ser un refuerzo y una ayuda. Los entrenadores deben encontrar su complicidad. ¿Qué hacer con nuestro hijo? ¿Cómo poner nuestro grano de arena para que el equipo funcione?

 

1. Reforzar al técnico. Imagine una escena cualquiera en su casa, ya sea en el sofá o en la mesa. Su hijo le habla mal del entrenador o no está de acuerdo con alguna decisión que ha tomado. Su primera reacción, muy paterna, es darle la razón y empezar a sacar lo que lleva dentro. Seguro que a usted no le gusta ese técnico. Pues ese camino no es el adecuado. No le hará ningún favor ni a su hijo ni al equipo. Escuchar y ser prudente, hablar bien del entrenador y no desautorizarlo. Ese es el primer paso. Puede ser una simple tontería, así que es mejor no sembrar dudas sobre el entrenador e ir, automáticamente, a hablar con él si se considera que lo que explica el niño puede llegar a convertirse en un problema. En este caso, hay que confiar primero en el técnico para reconducir la situación.

 

2. Mensajes positivos. “Papá, vamos a perder”. Esta frase la habrán escuchado infinitas veces. “Es que sois muy malos”, habrán respondido otras tantas. No hay que desanimarles así. Es bueno desdramatizar las derrotas y animarles para que puedan competir con la ilusión intacta y con el objetivo de que lo hagan lo mejor que puedan. ¿Se imaginan cómo puede motivar un entrenador a sus jugadores cuando en su casa sus padres les han dicho que hoy les iban a caer 20? Difícil, ¿verdad? Antes de jugar un partido, los padres son el primer contacto del niño, por lo que nuestra misión es que entren al vestuario convencido de sus posibilidad y con al afán de disfrutar del partido.

 

3.Cohesionar el grupo. Un equipo se construye con unos valores, y uno de ellos es el compañerismo, y más en edades tempranas. Al margen del entrenador y de su capacidad para cohesionar al grupo, los padres pueden ser unos socializadores ideales para organizar actividades extras con tal de unir más a los jugadores. Esta actividades siempre tienen que contar con el beneplácito del entrenador, y debe ser incluyentes, nunca excluyentes. Todos a una, todos siendo una piña. Eso sí, este aspecto puede resultar un arma de doble filo si no se emplea adecuadamente. El objetivo es la cohesión del grupo, fraguas las amistades que pueden cimentar nuestros hijos. No hay más propósitos, como hablar de aspectos tácticos con el entrenador, ganar su simpatía para que mi hijo juegue más…

 

4.Ser un ejemplo. Llega el día del partido y desde la grada debo ser un ejemplo. Es mejor que sea el entrenador quien controle las emociones del terreno de juego. Él, mejor que nadie, sabe qué se necesita en cada momento, dónde están los límites y qué es lo mejor para la formación en valores de sus jugadores. Hay que acabar con los padres intervencionistas, que se creen que son capaces de alterar e influir en las decisiones arbitrales por sus gritos o en las decisiones de los entrenadores o rivales. El padre debe animar todo lo posible o ser un mero espectador de un acontecimiento deportivo y educacional, una doble vertiente que no deberíamos olvidar nunca.

 

Un grupo de padres que reúnan estos valores ayudarán a que ese equipo sea más competitivo y florezca en un jardín más fértil. Al menos, no habrán puesto piedras en el camino.


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